lunes, 28 de enero de 2013

LA DEFORESTACIÓN


‘‘Envenena el río y el río te envenenará a ti’’. El significado de esta cita se extiende más allá del campo de la ecología hidrológica: pretende ser una llamada a la concienciación sobre los graves problemas que sufre la Tierra y cómo las actuaciones negativas que sobre ella ejerzamos acabarán repercutiéndonos a nosotros mismos. Siempre es así. Se repite el ciclo. Contaminarás el agua, y luego tendrás que beberla. Talarás el bosque, y luego anhelarás la sombra.
Esta breve introducción ‘‘literaria’’ es el mejor argumento para presentar el tema de la deforestación de las masas boscosas. 




Con la génesis de la Tierra y los diferentes tipos de ambientes que en ella se alojan, afloraron fuentes biológicas continuativas del proceso de creación de vida y regenerativas como refuerzo y sustitución de aquellos elementos que degenerasen. Así es como todo el planeta alberga recursos que mantienen el equilibro de la Naturaleza y de los que todos los seres vivos sacan provecho. Podríamos citar el mar, y reconocer cómo las especies animales que allí conviven, los peces, moluscos o crustáceos, están adaptados al ecosistema marino, su hábitat, y en él desarrollan sus funciones vitales, de él obtienen alimento; por lo tanto, hacen uso de sus recursos.
El problema aparece cuando alguno de esos seres sobreexplota los recursos e incluso los destruye. He aquí que nos topamos con el ser humano.
Es cierto que la Tierra por sí sola realiza procesos de formación, destrucción o transformación de relieves y climas, pero su desarrollo se lleva a cabo en periodos de tiempo del orden de millones de años. Sin embargo, la incidencia del hombre en el medio natural ha acelerado estos procesos y el desequilibrio que esto supone para todo el orden de la Naturaleza se mide en catástrofes naturales, extinciones y escasez o agotamiento de recursos.





Conocemos como deforestación al proceso por el cual se destruye la cubierta vegetal de una zona. Una de sus causas son las talas impulsadas por la industria maderera, por empresas para llevar a cabo proyectos urbanísticos, políticas de infraestructuras para construir carreteras, puentes, túneles o presas, o simplemente, agricultores que desean nuevas tierras. Asimismo se producen incendios que devastan las superficies boscosas. Algunos son el resultado de las altas temperaturas estivales o de tormentas eléctricas, pero, mayoritariamente, es el hombre el que los provoca, sea intencionadamente o no. Existen además otros factores negativos que influyen sobre la vegetación. La lluvia ácida, por ejemplo. Este fenómeno tiene lugar cuando el óxido de azufre y nitrógeno junto con el vapor de agua crean una solución ácida que precipita sobre la superficie. Además de la incidencia directa que pueda provocar exteriormente en hojas y tronco, su filtración al subsuelo supone la destrucción de nutrientes esenciales como magnesio, calcio y potasio, de los que árboles y plantas se alimentan. Como resultado, se vuelven ralos y descoloridos, e incluso mueren. El aire y los humos contaminados de las urbes e industrias producen el oscurecimiento de los troncos de los árboles en parajes cercanos y los propios parques y jardines de las ciudades se ven afectados por las campanas de contaminación que se acumulan sobre ellas casi cotidianamente. La disminución de la capa de ozono, el filtro o escudo protector frente a radiaciones de alta energía, hace que los rayos ultravioleta UV-B atraviesen la atmósfera más fácilmente provocando efectos nocivos sobre el crecimiento de las plantas. También la deforestación tiene como agente impulsor el sobrepastoreo de las tierras menos fértiles a nivel agrícola pero de gran valor biológico.


Incendio
Efectos lluvia ácida


Boina de contaminación sobre Madrid

Evolución agujero capa de ozono

Sobrepastoreo































































Como consecuencia de la deforestación, los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera aumentan debido a que ya no hay organismos autótrofos que lo reutilicen en sus procesos de elaboración del alimento. La acumulación de este gas potencia el efecto invernadero que, en condiciones normales, retendría parte del calor irradiado por la tierra en una refracción de la luz solar asegurando la estabilidad de la temperatura planetaria. Pero ahora, en esta situación, actúa de sólida barrera a la emisión del porcentaje innecesario y deriva por tanto en un calentamiento excesivo de la Tierra. El cambio climático es una de las principales preocupaciones medioambientales de las últimas generaciones. Parece que su proceso se aceleró con el desarrollo industrial del siglo XIX, cuando miles de fábricas pusieron sus motores en marcha y comenzaron a enturbiar la celeste cúpula de Europa. Ahora, millones de chimeneas, calefactores y coches en el mundo contribuyen al alzamiento de las tasas de emisión de gases GEI condenando un futuro de bienestar en armonía con el medio. Muchas especies vegetales serán incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones climáticas, al menos, no con la rapidez a la que este cambio avanza. Como resultado podrían extinguirse y la cadena trófica conduciría a la desaparición de las especies animales que de ellas se alimentan. En última estancia, nos hayamos nosotros, los hombres, seriamente perjudicados por esta hecatombe de biocenosis. 
    



Pero este no es el único problema relacionado con la deforestación. El suelo también resulta dañado en ausencia de árboles y plantas. Su función de sustentación del suelo así como ‘‘paraguas’’ en caso de precipitación, es fundamental para impedir el deslizamiento y erosión de este. Si la vegetación desaparece, aumenta la tendencia edáfica a sufrir este problema. Se produce entonces desertificación debido a que se degrada la capa fértil del suelo especialmente en áreas áridas y subáridas. La escasez de precipitaciones de estas zonas hace que la tierra se resquebraje y adopte formas propias de los desiertos. 




Más evidente aún es el impacto visual que la contaminación puede producir sobre un bosque, con árboles desnudos, descoloridos y quebradizos. A esto puede sumarse la basura y desperdicios que se acumulan en ellos: escombros, plásticos, botellas,…
Una vez vistas las repercusiones a nivel medioambiental sería considerable abordar las relativas a la economía y a la sociedad. El afeamiento de los paisajes desactiva el atractivo turístico de estas zonas y muchas actividades desarrolladas en ellas dejan de ser rentables. A nivel social, debemos remitirnos a aquellas tribus que todavía siguen viviendo en lugares recónditos de las selvas tropicales como el Amazonas y que ven en peligro  su propia casa que, en realidad, es la casa de todos. 



¿Y España?


Es alarmante la situación que ha vivido España este último año, ya que se han quemado 181.977 hectáreas de bosque en el periodo enero-septiembre, equivalente a la extensión de la provincia de Guipúzcoa, y más del 65% afectaron a espacios protegidos (Parques Nacionales, Parques Naturales, enclaves Red Natura 2000 y Reservas Naturales). Antes de analizar particularmente algunos de ellos, lanzamos el dato de que los incendios forestales en 2012 superaron en un 154% al de los últimos cinco años.



Incendios en 2012

Mapa probabilidad incendios




















Bosque de laurisilva en Garajonay.


El incendio del Parque de Garajonay (La Gomera) se inició el 4 de agosto y calcinó 4000 hectáreas afectando profundamente a amplias extensiones de bosque de laurisilva. Especies endémicas como las palomas turqués y rabiche o el palmeral canario se vieron amenazadas pero no sólo la vida natural sino también viviendas, sistemas de abastecimiento de aguas y sistemas eléctricos. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986, este fósil viviente de un periodo geológico pasado, verdadero pulmón de la isla, fue pasto de las llamas durante dos semanas.



Caballos huyendo de las llamas en L'Alt Empordá. 


La Comarca del Alto Ampurdán, en la provincia de Gerona, también ardió este verano. Se quemaron 13.800 hectáreas de bosques mediterráneos de alcornoques y encinas amenazando también a la tortuga mediterránea que había sido reintroducida en la zona exitosamente. Fueron varios los focos que se avivaron en La Junquera, algunos en la parte francesa. Este incendio se inició por una colilla mal apagada y en su dimensión humana, acabo con la vida de 4 personas. Ampliamente sonada fue la noticia de la muerte de una hija de 15 años y su padre de 60, de nacionalidad francesa, al tirarse al mar desde un acantilado en un  intento por salvar sus vidas huyendo de las llamas.




En el Parque Natural del Alto Tajo, en Guadalajara, zona de alto valor ecológico y complicada orografía, 1.200 hectáreas quedaron arrasadas en un enclave paisajístico esencial donde se conservan intactos el 63% de los bosques debido a que estas zonas no son aptas para la agricultura. El pino albar, el salgareño y todos los seres vivos propios de este hábitat se vieron amenazados. Contaba además con un extenso sistema de cañones y hoces fluviales único en Europa.





Uno de los incendios más tardíos, el de Santa Cruz de Abranes, en Zamora, quemó, desde el 22 de septiembre, 850 hectáreas de pinar, 1700 de matorral y 20 de pasto, amenazando la supervivencia del lobo ibérico. Cierto es que este bosque estaba ya bastante degradado y se había reducido a un 31% de su superficie potencial por el pastoreo y los cultivos.






Estos ejemplos ilustran la tragedia que cada verano sufre la Península Ibérica. Miles de hectáreas son quemadas en diferentes puntos del territorio, y el 96% de las veces son provocados por negligencias y, por desgracia, muchos intencionadamente por gente sin escrúpulos. También pueden verse motivados por la sustitución de especies autóctonas por otras de mayor rendimiento económico pero que arden con más facilidad como el pino y el eucalipto, que además modifican las propiedades del suelo, aumentando su acidez.
Pero aunque los incendios sean la causa principal de la deforestación en España, se dan otras razones, como la tala.
Este problema no se desarrolla explícitamente en España afectando a sus bosques ya que estos sólo se talan en el caso de querer construir infraestructuras o urbanizar el territorio. El punto aquí está en que España importa  50 millones de metros cúbicos de madera al año. Nuestro país es un incentivador de la tala en los países productores, un consumista que pervierte los espacios naturales de otras zonas del planeta que quedan desprovistas de recursos naturales.  Se trata de una infracción colectiva de todos los países desarrollados sobre países proveedores como África o Sudamérica. La demanda de esta materia prima a un ritmo que acabará destruyendo las reservas biológicas como de hecho ya está  ocurriendo en el Amazonas, donde a cada minuto se talan lo equivalente a 8 campos de fútbol, debe ser un peso de conciencia para Occidente, que ha de tomar partido y frenar el desastre.





¿Cómo solucionarlo?


Está claro que la primera medida es la prevención y de ello se encargan las brigadas forestales que de octubre a junio acondicionan los bosques para evitar incendios en verano, la época de mayor riesgo. Sus labores de limpieza abarcan  la poda de árboles y arbustos que son triturados y la creación de cortafuegos. Pero si esto no es suficiente o no se cumple y el incendio al final se produce, el siguiente paso es la reforestación, que consiste en plantar árboles en zonas donde se han eliminado. 





Un bosque puede regenerarse solo, pero tarda millones de años. A la hora de llevar a cabo una repoblación es necesario realiza un estudio previo de la zona para saber el tipo de especies que son más adecuadas, abogando siempre por las autóctonas independientemente del aprovechamiento de su madera. Si forzamos la adaptación a un territorio específico de otras especies sólo pensando en el beneficio económico podríamos perjudicar los ecosistemas y la calidad de los suelos.

España cuenta con uno de los mayores niveles de reforestación del mundo, sólo superados por China y, dentro de Europa, la media de repoblación es de un 2,19% frente a 0,51%. Sólo Suecia posee más extensión forestal que España.

Desde 1975 se han plantado 10.074 millones de árboles lo que sobrepasa ampliamente las expectativas del Plan Nacional de Repoblación de 1939. Sin embargo, sabemos que los cambios en el ámbito medioambiental son constantes por lo que las medidas exigidas por este plan se han quedado pequeñas para  nuestros días y ha sido necesario reelaborarlas en nuevos proyectos tanto comunitarios como estatales.

El Plan Forestal Español fue aprobado por el Consejo de Ministros en Julio de 2002. Con un período de desarrollo de 30 años (2002-2032),  conjuga en su política forestal la sostenibilidad y multifuncionalidad de los espacios arbolados, la cohesión territorial y ecológica y la invitación a toda la sociedad a participar en la elaboración de programas y estrategias para la gestión de los montes. Se plantean 150 medidas de las que destacamos algunas de ellas:

o Establecimiento de Planes de Ordenación de Recursos Forestales como instrumentos de planificación forestal a escala comarcal. Impulso de la gestión forestal sostenible a través de la ordenación de montes.

o   Actuaciones de restauración hidrológico-forestal enmarcadas en un Programa de Actuaciones Prioritarias.

o   Integración de la conservación de la biodiversidad en la gestión forestal. Directrices y modelos de gestión en espacios forestales de la Red Natura 2000.

Como objetivos, prevenir la erosión y degradación de los suelos, fomentar un uso recreativo responsable de los espacios, mejorar los sistemas de actuación frente a incendios, enfermedades, plagas y contaminantes y endurecimiento de las penas para los responsables de los incendios. 




La correcta administración y gestión de los bosques es también competencia de las distintas comunidades autónomas que elaboran proyectos paralelos a las planificaciones estatales para preservar sus respectivos espacios naturales, fortaleciendo la lucha contra la destrucción forestal y procesos derivados como la desertificación.  La Red RESEL (Red de Estaciones experimentales de Seguimiento y Evaluación de la Erosión y la Desertificación) dentro del proyecto LUDCEME puesto  en marcha en 1981 tras la Conferencia de Nairobi,  está compuesto por una serie de campos experimentales representativos de los diferentes paisajes erosivos de España.  En estas áreas se han llevado a cabo experimentos con la finalidad de conocer la respuesta de los ecosistemas ante la sequía y la desertificación.
El 17 de junio de 1994, en París, fue aprobada la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD). Este Tratado Internacional es de obligado cumplimiento para nuestro país que ha de seguir las líneas marcadas por el Programa de Acción Nacional contra la Desertificación (PAND) referentes al estudio de los agentes causantes o agravantes de la erosión así como al desarrollo del proceso en el territorio español.
La estrategia forestal de la UE basa su planificación en la cooperación de los distintos estados miembros para coordinar las políticas activas en tres niveles: la iniciativa comunitaria, la nacional y la europea. Propone la necesidad de ampliar el campo de investigación en este tipo de amenazas ecológicas, de conservar la biodiversidad mediante la Red Natura 2000 y mejorar la protección contra incendios y contaminación atmosférica. Las actuaciones que para la mejora medioambiental se puedan llevar cabo culminan siempre en la necesidad de frenar la destrucción de los ecosistemas y la vida terrestre en todas sus formas, de modo que, en última instancia, son las directrices de las diversas cumbres del clima las que determinan las diferentes políticas en las que todas las naciones del mundo han de enmarcar sus planteamientos individuales.

España se comprometió en la Cumbre del Clima de Doha (Qatar) a presidir el Partenariado REDD-Plus en 2013 una iniciativa en la que colaboran 75 países a través de la reducción de emisiones y la conservación y gestión sostenible de los bosques por la lucha contra el cambio climático. 



La protección legal de los bosques recae sobre el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM) que debe incrementar el presupuesto destinado para las labores de reforestación y fomentar la agricultura sostenible y respetuosa con el medio.



Las campañas de concienciación y sensibilización son enormemente trascendentales para transportar a la población la gravedad que supone la contaminación y destrucción de los bosques y para el arraigo de una conciencia ecológica y comprometida con el medio ambiente. Se realizan actividades vinculadas a este tema entre escolares para inculcarles el respeto al medio ambiente desde una edad temprana e impulsarlos al reciclaje, la reutilización y la reducción y a la conservación del medio.
Desde el grupo Antena 3  se ha creado en colaboración con el canal NEOX Y Greenpeace la campaña Hazte Eco. En la web, los ciudadanos participan activamente dejando sus mensajes y denuncias. Se publican además artículos, reportajes y consejos medioambientales. Algunas de las principales temáticas abordadas por Hazte Eco son la contaminación del aire en las ciudades españolas, las posibilidades de las energías renovables, la importancia de no derrochar recursos naturales y los beneficios del reciclaje, los riesgos forestales, el valor de la biodiversidad y los compromisos nacionales e internacionales de protección del medio ambiente.
Diversas organizaciones como Greenpeace, Ecologistas en Acción,  o la WWF (World Wildlife Fund o Fondo Mundial para la naturaleza) luchan día a día ‘‘for a living planet’’, ‘‘por un mundo vivo’’.





















La Red Mundial de Reservas de la Biosfera de la UNESCO selecciona los lugares geográficos representativos de los diferentes hábitats del planeta tanto terrestres como marinos abogando en ellos por la conservación y protección de la biodiversidad, el desarrollo económico y humano, la investigación, la educación y el intercambio de información entre las diferentes reservas.

Finalmente, todas estas medidas se completan con la creación de espacios naturales protegidos. En ellos se armoniza el valor biológico, geológico, la belleza paisajística y el aprovechamiento económico en compatibilidad con la conservación. En estos espacios también se pretende proteger a  aquellas especies vegetales amenazadas que en España se elevan a 1.221, 278 de las cuales se encuentran en peligro de extinción y 308 en estado crítico.


REFLEXIÓN



Para terminar, me gustaría hacer referencia de nuevo a la cita con la que iniciaba este trabajo: ‘‘envenena el río, y el río te envenenará a ti’’. Supongo que con todos los datos expuestos acerca de las repercusiones negativas de la deforestación es más que suficiente para comprender la importancia que tiene en el equilibrio de la biosfera la vegetación.

Los bosques son los pulmones de la tierra, nos proporcionan el oxígeno necesario para vivir reutilizando el CO2 y contrarrestando así su efecto, albergan cantidad de especies animales y vegetales adaptadas a estos hábitats, disminuyen la incidencia de la erosión en los suelos, actúan de barrera de contención en caso de desbordamiento fluvial (bosques de ribera) y son fuente de innumerables recursos aprovechables por todos en un marco sostenible, por supuesto.






Existen, como hemos visto, muchos proyectos tanto nacionales como internacionales y también comunitarios y comarcales que se dedican al estudio y gestión del plano medioambiental pero a veces sus normativas no son respetadas netamente.

España sostiene el patrimonio vegetal más rico de toda Europa debido a su diversidad climatológica. Sin embargo, también es el país europeo con mayor número de especies de plantas amenazadas y uno de los más asolados por el fuego, sobre todo en verano. Pioneros en la reforestación, aún queda mucho camino por recorrer.

Y extrapolando esta cuestión al ámbito general, es entera la responsabilidad que debemos ejercer sobre las complicaciones medioambientales que tildan la tierra. Todo lo que hagamos en contra y perjuicio de ella, irá en contra y perjuicio de nosotros.  Así lo afirmó la sabiduría del jefe indio Seattle: “Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra”.





Desgraciadamente, muchas de estas catástrofes son el resultado de la ambición económica de los hombres a quien no importa poner en jaque la continuidad de la vida sobre la tierra por un quizá pedacito de ‘‘progreso’’, o visto de otro manera, el lucro personal.  Deberían aplicarse el proverbio “Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero.”, también proveniente de la sabiduría indoamericana.





Hemos comprobado que progreso y conservación no están reñidos, pueden ir perfectamente de la mano. Políticos y  organizaciones buscan las mejores vías para fomentar el desarrollo económico, social y cultural a la par que se mantiene el patrimonio natural.

Entonces, ¿a qué estamos jugando?





Adjunto el enlace de la sección ‘‘Deforestación’’ de la web del periódico El País donde se pueden encontrar noticias relacionada con el tema y un magnífico fotoreportaje:






Dejó aquí tres vídeos: uno sobre el proyecto Hazte Eco de Antena 3 y Greenpeace,  otro con la participación de José Mota y consejos para evitar incendios y el último como una llamada de atención para un 2013 libre de llamas.








Bibliografía:



Esther Martín





1 comentario:

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